Publicado por Neil Gaiman a las 11:32 PM
En algunos lugares ya es el 2021, deslizándose por el mundo. Muy pronto habrá llegado a Hawaii, y será 2021 por todos lados y el 2020 se habrá acabado.
Cuando mi prima Helen y sus dos hermanas llegaron a un campo de refugiados al final de la Segunda Guerra Mundial, habiendo por suerte y valentía y por un pelo sobrevivido el Holocausto, no tenían papeles, y las personas que les dieron papeles les sugirieron que se redujeran sus edades cinco años, porque los Nazis les habían robado cinco años, y esta era su única oportunidad de recuperarlos. Ellas no contaron los años de guerra como parte de sus vidas.
Casi podría hacer eso con el 2020. Solo no contarlo como uno de los años de mi vida. Pero odiaría tirar el agua del baño con la magia adentro: hubo cosas buenas, algunas maravillosas, mezcladas con lo horrible.
Los momentos más difíciles, en retrospectiva, fueron las muertes, de amigos o de familia, porque simplemente pasaron. Escuchaba de ellas, por mensaje o por teléfono, y después quedaban en el pasado. Funerales a los que hubiera volado una gran distancia para asistir, no sucedieron y nadie fue a ningún lado: las despedidas y el apoyo mutuo, los abrazos y las lagrimas y el intercambio de historias del difunto, nada de eso ocurrió.
Personalmente el momento más difícil fue caminar hacía la oscuridad más de lo que había caminado antes, y saber que estaba solo, y que no tenía otra opción más que superarlo todo, un día a la vez, o una hora a la vez, o un minuto a la vez.
Los mejores momentos fueron los momentos de amistad, la mayoría de ellos de muy lejos, y una apreciación lenta de tierra y cielo y espacio y tiempo. En Febrero del 2020 me había estado arrepintiendo que sabía dónde estaría y qué estaría haciendo cada día por los próximos tres años. Ahora había sido forzado a acoger caos e imprevisibilidad, mientras que al mismo tiempo, aprendía a apreciar la lenta transición del día a día que pasa cuando estas en el mismo lugar a medida que las estaciones cambian. Cada noche estaba viendo diferentes atardeceres. No había podido estar en el mismo lugar, ni siquiera el mismo país por nueve meses desde...bueno, probablemente cuando estaba escribiendo American Gods en el 2000. Y ahora estaba, definitivamente, en un lugar.
Tuve conversaciones con personas que atesoro. Algunas fueron por Zoom y fueron grabadas, Aquí están dos conversaciones de las que sentí que aprendí más, y las puse aquí porque tal vez también te enseñen algo o te den consuelo. La primera conversación con el Físico Nuclear y autor Carlo Rovelli, moderada por Erick Wagner, acerca de arte y ciencia, literatura, la vida y la muerte:
La segunda fue organizada por la Universidad de Kent. Se llama Contemporary Portraiture and the Medieval Imagination: An Artist in Conversation with Her Sitters, y es acerca del arte, creo, pero hay una conversación entre el ex Arzobispo de Canterbury Rowan Williams y artista Lorna May Wadsworth y yo, moderada por Dr Emily Guerry, y va a tantos lugares. Creo que es una conversación acerca de retratos, pero se siente como que sobre la marcha se toca mucho más.
Cada conversación dura más o menos una hora, y como mencioné, aprendí mucho de ambas.
A finales de Abril, en Skye, ordené un telescopio, y después descubrí que él "crepúsculo astronómico" --cuando es lo suficientemente oscuro para ver estrellas-- no estaba previsto hasta finales de Julio. El sol no se metía hasta las diez o diez y media. Y aunque el sol se había metido, no oscurecía. Sería hasta finales de Agosto que vi un cielo lleno de estrellas.
Mi hija Maddy vino a quedarse conmigo en Noviembre, y estaba sorprendida por mi reacción a las cosas que ahora me fascinaban: piedras, especialmente las que las personas habían movido cientos o millones de años atrás, cielos y nubes, y finalmente en las largas y oscuras noches de invierno de Skye, tenía las estrellas que había extrañado en el verano. No hay luz de la calle en donde vivo, no hay luz por muchas millas. Puede ponerse tan oscuro en el invierno como claro en las noches de verano. Y entonces miras arriba...
(Todas estas fotos fueron tomadas en un teléfono Pixel 5 en modo Astrofotografía. El teléfono sabía lo que hacía.)
No me gustaría regresar las estrellas, o los atardeceres o las piedras para no contar el 2020 como un año real. No regresaría las muertes tampoco: cada vida era preciosa, y cada perdida de amigo o miembro de familia nos disminuye a todos. Pero cada muerte me hizo dar cuenta cuánto me importó alguien, qué tan interconectadas están nuestras vidas. Cada muerte me hizo entristecer, y supe que se unieron a mi tristeza muchos otros humanos, gente que conocí y gente que no, quién había perdido a alguien que querían.
Cambiaría la caminata a la oscuridad, pero pues, no hay nadie en el 2020 quien no haya sido lastimado por algo de él. Nuestras historias pueden ser únicas para nosotros, pero nadie de nosotros es único en nuestra miseria o nuestro dolor.
Si hay una lección que tomé del 2020, es que toda esta cosa --civilización, gente, el mundo-- es más frágil de lo que había soñado. Y que cada uno de nosotros va a superar esto siendo parte de algo más grande de lo que nosotros somos. Somos parte de la humanidad. Hemos estado por algunos millones de años-- nuestra especie ha estado aquí por al menos doscientos millones de años. Somos muy listos, y capaces de salirnos de problemas. Y somos muy desconsiderados y capaces de meternos en problemas que tal vez no podamos salirnos. Podemos desenredar patrones de imágenes enormes y complicadas, y podemos imaginarnos patrones donde solo hay aleatoriedad y accidente.
Y aquí, juntemos todos los mensajes de Año Nuevo que he escrito en este sitio:
Y para este año, mi deseo para cada uno de nosotros es pequeño y muy simple.
Es Año Nuevo y con él vienen oportunidades frescas para formar nuestro mundo.
El año pasado, enfermo y solo en vísperas de Año Nuevo en Melbourne, escribí:
Espero que en el año que viene no te quemes. Y espero que no te congeles. Espero que tú y tu familia este segura, y camine libremente en el mundo y que en el lugar que vives, si tienes uno, este ahí cuando regreses. Espero que, para todos nosotros, en el año que viene, bondad prevalezca y que gentileza y humanidad y perdón estén ahí para nosotros si y cuándo lo necesitemos.
Y que tu Año Nuevo sea feliz, y que seas feliz en él.
Espero que hagas algo en el año que viene que siempre soñaste hacer, y que no sabías qué podías o no. Pero apuesto a que puedes. Y estoy seguro que lo harás.
Para este año...Espero que todos nosotros podamos una vez más caminar libremente en el mundo.
Espero que el año que viene sea bondadoso con nosotros, y que seamos bondadosos entre nosotros, aun que el año no lo sea.
Actos pequeños de generosidad, de discurso, de contactar, pueden significar más para los que los reciben que de lo que la gente que los hacen puedan saber. Haz lo que puedas. Recibe la bondad de otros con gracia.
Aguanta. Resiste, por un pelo si tienes que hacerlo. Haz arte --o lo que sea que hagas -- si puedes hacerlo. Pero sí solo lo que puedes conseguir es salir de la cama en la mañana, entonces haz eso y siéntete orgulloso(a) de lo que lograste, no frustrado(a) por lo que no haz hecho.
Recuerda, no estas solo(a), no importa qué tanto se sienta aveces como si lo fuera.
Y nunca olvides que, aveces, solo cuando se vuelve muy oscuro es cuando podemos ver las estrellas.